Altaïr escribió:Vamos a ver, estimados profesores, simplemente soy un chaval que nada más entrar al instituto (uno anterior en el que estaba) con 13 años, sufrió un acoso sistemático por culpa de toda la morralla deleznable que pululaba por allí. Un instituto en el que día sí y día también ocurrían peleas en el césped, en el que los camellos hacían su agosto en las puertas y dentro del recinto. Al principio simplemente me hacían el vacío, me marginaban pero al fin y al cabo esta bien... No tardaron en llegar los insultos y las humillaciones, de ahí pasaron a las collejas, y poco a poco a las amenazas y golpes sistemáticos simplemente porque se aburrían. Así cuatro años, cuatro putos años en los que llegaba a casa y tras comer cuatro cucharadas de sopa, subía corriendo a mi habitación para dormir, deseaba dormir no despertar jamás. En serio, mi vida era la cama, eternamente acostado, mi refugio, el único lugar donde me sentía seguro. Me costaba la vida levantarme cada mañana para ir a esa prisión diurna de hormigón, porque sabía que allí me esperaban 6 horas de mierda.
Por si fuera poco, en esa época murió mi tío, a quien quería como nadie... ¿Y sabéis, estimados profesores, lo que dije cuando estaba enfermo e íbamos a verle? "Bah, es muy hipocondriaco, yo paso de ir". Bien, a la semana murió, y eso no es que te deje una buena conciencia, más bien te deja una cicatriz que duele eternamente.
Ya en el cuarto año de estancia en aquel instituto de mierda, practicaba taekwondo, algo que vino muy bien para mi autoestima, que en aquel momento estaba hundida allá en la fosa de las marianas, me vino bien cuando un colombiano y latin king repugnante intentó pegarme por no sé qué historia, y acabo con el ojo negro y sangrante, amén de una fisura en las costillas. Pues bien, los putos profesores, mercenarios a la caza de un sueldo de por vida y la vocación metida entre cachete y cachete, con el director, un auténtico huevo Kinder (de verdad, es gordo y calvo con la anatomía de un huevo kinder) me expulsaron A MI, POR DEFENDERME, Y POR USAR UN ARTE MARCIAL (vamos, que si me hubiese sacado una navaja y me pincha, que me den por culo). Ni que decir que a partir de ese día, cada jornada me buscaban amiguitos del colombiano, todos canis, a lomos de sus scooters tuneadas.
No tuve otra opción que abandonar el curso y solicitar plaza en otro centro.
Bueno, tras un puto verano de mierda, en el me sentía como un gusano, y únicamente pensaba en cumplir los 18 y alistarme en el ejército para perder de vista todo y a todos (realmente quería desaparecer y punto), resulta que con una probabilidad de 1/20, me aceptaron en el otro centro. Me cagué en mi puta vida.
Resulta que me había equivocado, aquel instituto, comparado con el anterior, era algo así como la casa de la pradera. Profesores excelentes (otros unos soplapollas, de todo hay en la viña del señor) y me trataron genial, hice amigos, empecé a salir, me aficioné a los foros y di con SIB (que por mucho que me queje conocí gente genial allí). Pero claro, aun arrastraba ese peso enorme de todo lo que había pasado, y el destino me tenía preparado un par más de escaleras de colores...