El primer hunter emitió un sonido extraño y empezó a saltar hacia la plataforma. A cada intento sacudía la estructura y arañaba el metal con las garras. Eddie observó con asombro la altura de sus saltos: sin aparente esfuerzo se elevaban dos metros y medio. Lentamente todas las criaturas rodearon la plataforma. Al cabo de un momento la estructura comenzó a balancearse a causa de las embestidas.
Algunos hunters habían empezado a utilizar los miembros delanteros para agarrarse y sostenerse mientras buscaban un punto de apoyo en la estructura. Las caídas no parecían afectarles; se levantaban de inmediato y seguían saltando.
-¡Atrás! –ordenó Eddie, empujando a los otros al centro del refugio.
El policía se asomó por el borde de la plataforma y comenzó a disparar con su Desert Eagle. Se movían muy rápido y era casi incapaz de apuntar bien debido a como la plataforma se movía con cada embestida de aquellas cosas.
Alex por su parte también se asomó y comenzó a disparar. Los disparos del enfermero eran cinco o seis segundos de diferencia, en cambio los de Eddie eran mas efectivos y dentro de lo posible precisos. Baby era la única que no disparaba. Le temblaban las manos y estaba como en un trance mental.
-Me quedan pocas municiones. –gruñó Eddie cargando el último cargador de su pistola. De pronto el policía notó que sería el fin de todo. Había terminado un cargador entero y ninguno de los Hunters parecía herido siquiera. Volvió la cabeza para observar al dúo que le acompañaba. La mujer estaba paralizada en el centro de la plataforma y Alex, aquel enfemero, no era de mucha ayuda. Se esmeraba pero no tenía puntería. Eddie negó.
-Cada vez están subiendo mas. –dijo Alex aterrado. –Van a dar con nosotros.
-Atrás niño. Déjale esto a los adultos. –Eddie disparó la última bala de su pistola y la lanzó con furia hacia abajo. Le retiró la Desert a Alex y le sonrió. –Siempre me imaginé un Apocalipsis zombie, ¿sabes? Y siempre me imaginé como el héroe. Y seré el héroe. Oh sí, nena.
Y comenzó a disparar. Moviéndose de aquí para allá; sacudiendo la estructura. Vio cómo dos hunters de los doce de pronto comenzaron a arrastrarse, aparentemente heridos. Les disparó y dejaron de moverse.
-Así que sí mueren estos bastardos. –susurró el policía.
Y entonces, en el peor momento de todos, Eddie cerró los ojos y dejó caer el arma de sus manos. Eran esos momentos de euforia que le agarraban cuando no se medicaba para la locura mental que poseía. Ahora se imaginaba que estaba en la edad medieval, junto con dos vacas a las cuales debía proteger de los malvados lobos salvajes y llegar al rancho del Rey Carlos.
Eddie sacó la bengala que tenía guardada entre sus pantalones y la lanzo sobre la barandilla. Dos hunters cayeron al suelo pero sin embargo la bengala no ahuyentó al resto. Eddie arrancó una barra de aluminio de la estructura y se asomó por encima de la barandilla blandiéndola como una estaca.
Uno de los hunters sujetado al andamiaje lanzó una dentellada al cuello de Eddie. Éste, sorprendido, se apartó pero las fauces de la criatura le atraparon la camisa. A continuación el hunter cayó, arrastrando a Eddie con su peso.
-¡Auxilio! ¡Auxilio! –gritó, doblado sobre la barandilla. Alex lo agarró entre los brazos y tiró de él. Eddie golpeó al hunter con la barra, pero no lo soltó. Eddie se hallaba inclinado precariamente sobre la barandilla, podía caer en cualquier momento. Le clavó la barra en un ojo al hunter, y éste lo soltó. Eddie y Alex cayeron de espaldas en el refugio. Cuando se levantaron, vieron varios hunters trepando por los costados de la estructura. En cuanto se asomaban, Eddie los golpeaba con la barra.
-¡Deprisa, al tejado! –dijo Alex- ¡Baby, vamos!
Baby se quedó inmóvil, con la mirada pérdida. Estaba paralizada por el miedo. Alex corrió a ayudarla. Eddie blandía la barra, trazando amplios círculos alrededor, golpeando una y otra vez a los raptores.
Uno agarró la barra entre los dientes y tiró con fuerza. Eddie perdió el equilibrio, retrocediendo a saltos y cayó gritando por encima de la barandilla. De inmediato todos los hunters saltaron al suelo. Desde lo alto de la plataforma oyeron los alaridos de Eddie. Los hunters no dejaban de gruñir.
Alex estaba horrorizado. Aún tenía a Baby entre los brazos para ayudarle a subir al tejadillo.
Vamos. –repetía. –vamos, vamos.
La chica se agarró al tejadillo y subió. Tenía las piernas agarrotadas de terror. Sin querer golpeó a Alex en la boca. Alex la soltó y vio cómo resbalaba y caía de la plataforma.
-¡Dios mío! –exclamó Alex. -¡Dios mío!
…
…
…
Shane se hallaba bajo la caravana desenganchando el cable. Cuando logró soltarlo, salió a rastras y corrió hacia el jeep. Oyó el zumbido de un motor y vio que Roxan se había montado en la motocicleta.
-Ven conmigo. Iremos por el mismo mecanismo por el cual yo pude subir hasta aquí arriba. Supongo que podremos bajar hasta donde estan ellos.
-Bien. Lo más rápido. –Roxan estacionó la motocicleta, junto la puerta del bunker y se metió en el jeep. Walsh manejó hasta el círculo que sobresalía en el césped y lentamente comenzaron a bajar. El techo se cerraba a medida que ellos llegaban al cuarto subsuelo. Shane salió del vehículo y corrió hacia los botones. Efectivamente, como él pensaba, existían otros botones que podía descender hasta donde se encontraba el resto. El policía los accionó y volvió al jeep.
Inmediatamente comenzaron a bajar.
…
…
…
Alex se encontraba de pie en el centro de la plataforma, paralizado por el miedo. Los hunters ya no intentaban trepar por la estructura. Oía sus gruñidos al pie de la plataforma. Baby no había llegado a emitir un solo sonido.
Un sudor frío le recorrió el cuerpo.
-¡Atrás! ¡Atrás!
Alex escuchó los gritos de la muchacha.
Baby se había metido en la jaula que se encontraba junto a la plataforma. Había conseguido cerrar la puerta y asomaba una mano entre los barrotes para cerrar con llave. Su cuerpo pequeño le ayudó, ya que con unos centímetros más no hubiera podido entrar. Los hunters mordieron la jaula, torciendo la cabeza para roer los barrotes. Trataron de morder a Baby a través de los barrotes, pero al comprender que eso no daría resultado, golpearon la jaula con las patas. En un instante siete hunters rodeaban la jaula. Empujándola con las garras, la alejaron de la plataforma.
Entonces se sintió un ruido abrupto y unas luces iluminaron desde dentro una puerta gigante. Seguramente para cargar tractores o algo así. La puerta explotó y el jeep se abrió paso por el vivero; pisoteando jardines y arbustos y árboles enanos.
Cuando el jeep se aproximó, Alex fue hasta la barandilla y miró abajo. Vio como algunos Hunters arrastraban los restos de Eddie. Vio también que otro grupo empujaba la jaula con las patas por otro pasillo. Miró hacia el jeep. Shane estaba al volante y junto a él Roxan. Alex confiaba en que llevasen un arma. Deseaba matar a esas criaturas. Deseaba matar hasta la última de esas malditas cosas.
El jeep llegó a toda velocidad y un hunter que se quedo rezagado pareció desconcertado por el repentino brillo de los faros del jeep. Shane aceleró, intentando atropellarlo. El hunter salió despedido hacia atrás cuando sintió el impacto del jeep.
Shane abrió la puerta y Alex bajó lo más rápido que pudo. Ingresó de un salto no sin antes agarrar una de las bombas de humo que estaban sobre una de las mesas. Shane puso primera y arrancó a toda velocidad. Siguieron a los hunters que se perdieron por el pasillo que iba hacia el elevador y súbitamente Walsh comprendió que iban a escalar. Escaparían hacia la superficie.
-Tienen a Baby en la jaula. –dijo Alex. –Tenemos que ir tras ellos.
-Claro que lo haremos. –dijo Shane y se dirigió nuevamente hacia el círculo que nuevamente lo elevaría.
Cruzó el vivero en un santiamén y frenó de golpe en el círculo. Éste automáticamente ascendió.
…
…
…
El jeep apareció por un costado del bunker. Ya no llovía. El cielo se había despejado y pronto amanecería. Roxan consultó su reloj. Quedaban menos de diez minutos para que los aviones bombardeen toda la zona.
-Detente aquí, Shane. Iré con la motocicleta. Si nos dividimos podremos agarrarlos de ambos flancos. –dijo la mujer con su rifle en mano.
-Sí. Tienes razón. No nos pierdas el paso.
La mujer salió del jeep y Shane aceleró cuando vio como los hunters salían por la puerta del bunker, cargando la jaula entre ellos.
Roxan subió a la motocicleta y la puso en marcha. Tenía pensado largarse de allí, rápido. Sin remordimientos. Había bajado a ayudar. No le debía nada a nadie. Aceleró y se alejó por otro camino, lejos del bosque en donde estaban. Lejos de la ciudad. Escuchó un grito lejano pero no estaba segura si habría sido el viento. Freno y se quedo inmóvil. No podía irse. ¡Maldición, no podía dejarlos así!
Volvió de regreso. Avanzaba rápidamente por el camino embarrado. No sabía con seguridad dónde se hallaban. Dobló en una curva dentro de lo que era aquel bosque y volvió hacia atrás. Vio a lo lejos los faros del jeep, que torcían a la derecha. Siguió al jeep en la oscuridad mientras los iba perdiendo más y más.
…
…
…
Shane conducía rápidamente entre la densa vegetación.
-¿Cómo ha podido pasar una cosa así? –se lamentó Walsh. –La jaula estaba enganchada a la estructura.
-No lo sé. –contestó Alex. –Ha cedido.
-¿Cómo? ¿Cómo?
-No lo he visto. Han pasado muchas cosas.
-¿Y Eddie? –preguntó Shane sombríamente.
-Ha sido muy rápido.
Walsh siguió avanzando temerariamente. Ante ellos los hunters se movían deprisa, apenas veían al último del grupo.
El jeep avanzaba por el camino embarrado sacudiéndose violentamente. Ante ellos los hunters abandonaron el camino, desapareciendo entre el follaje. Shane apenas veía el terreno, pero parecía que descendía.
-No lo conseguiremos. –dijo Shane. –Afrontemos los hechos. Hemos perdido a la chica.
Alex lanzó una mirada de furia a Shane. –Ella no te abandonaría a ti.
Shane giró el volante y salió del camino. El jeep se inclinó peligrosamente, cobró velocidad e inició el descenso.
-¡Mierda! –exclamó Shane. -¡Vamos a matarnos!
-¡Agárrate fuerte!
Traqueteando, se precipitaron ladera abajo en la oscuridad.
Shane apagó el motor y dejo que el vehículo bajará lentamente. Finalmente se detuvieron cerca de unas palmeras. Frente a ellos veían los hunters. Se habían detenido y algunos peleaban entre ellos.
-Ahí está la jaula. –advirtió Alex, señalando un lugar al otro lado de los hunters.
Shane vio el brillo de los barrotes de aluminio, tapados parcialmente por los helechos.
-¡Vamos allá! –propuso Alex.
Shane abrió el cargador de su Machine Gun. Menos de treinta balas.
-Con esto no basta. –comentó el policía. Había al menos diez hunters por allí y se movían deprisa. De 30 balas seguramente veinte serían perdidas.
Alex buscó en su mochila. Descorrió la cremallera y sacó una bomba del tamaño de un refresco.
-¿Qué es eso? –preguntó Shane.
-Una bomba de humo. Seguramente los dejara aturdidos.
-Pero ¿y la chica? No puedes usar eso. –dijo Shane.
-Si lanzamos la bomba a la derecha de la jaula, el humo volará en la otra dirección, hacia los hunters.
-O quizá no. –dijo Shane. –Y podría afectarle gravemente.
Alex asintió. Guardó nuevamente la bomba en la mochila y se quedó inmóvil, contemplando a los hunters.
Shane observó la jaula. De pronto vio algo que lo obligó a erguirse en el asiento: la jaula se había movido ligeramente.
-¿Te has fijado? –preguntó Alex.
-Voy a sacar a esa chica de ahí. –anunció Shane.
-Pero ¿cómo?
-A la antigua. –contestó Shane y salió del jeep.
Shane subió a la parte trasera del jeep y retiró la lona. Sostenía la Machine en sus manos. Alex se puso en el asiento conductor y encendió el motor.
-¡Adelante! –dijo Shane.
El jeep se adentró rápidamente en el claro. Los hunters alzaron la vista, sorprendidos. Alex giró a la izquierda y se detuvo junto a la jaula. Shane saltó del jeep y levantó la jaula con las dos manos. En la oscuridad era incapaz de ver en qué estado se hallaba Baby. Cargó la jaula en la parte trasera y bajó nuevamente.
-¡Vete! Los distraeré.
-¿Qué? ¿Estas loco Shane?
-¡Sólo hazlo, maldita sea!
Alex puso el jeep en marcha. Los hunters salieron en su persecución. Atravesaron el claro a una velocidad asombrosa. Cuando Alex pisaba el acelerador a fondo, el hunter más cercano saltó por el aire y cayó en la parte trasera del jeep. Unos disparos lo hicieron caer nuevamente al piso.
Alex aceleró y el jeep abandonó el claro con un violento traqueteo.
-Vengan por mi, bastardos. –dijo Shane echándose a correr mientras disparaba.
Los hunters rápidamente cambiaron su curso hacia la presa mas lenta. Shane oía los gruñidos cada vez más cerca. Shane vio las patas en posición de ataque y unas garras curvas como dagas. Shane modificó su trayectoria y el lagarto emitió un chirrido al caer al suelo tras él. Shane siguió corriendo, su gran arma se le había caído de las manos. El miedo le daba fuerzas. Oyó a sus espaldas los gruñidos y aceleró aún más. Vio árboles, árboles altos. Podía trepar uno y alejarse de esas cosas.
Jadeando, con los pulmones ardiendo, hizo un último esfuerzo. Sentía el aliento fétido de aquella cosa en su nuca.
Entonces oyó el ruido de un motor y disparos. Cuando volvió la cabeza vio a Roxan en la motocicleta. Se detuvo a un costado de Walsh mientras disparaba las últimas balas de su rifle.
-¡Sube!
El policía subió y se aferró a la cintura de la mujer que volvía a acelerar.
Se alejaron por el bosque, tomando caminos, esquivando árboles y evitando pozos. Se sacudían para un lado y el otro con mucha violencia. Entonces, cuando sintieron que ningún hunters les perseguía, Roxan aminoró la velocidad.
Y fue ahí cuando una criatura escamosa y verde los derribó por el flanco izquierdo. El hunter era el único que los había seguido.
-Todo ha terminado. –dijo Shane echado en el barro, sin siquiera levantarse. A su lado Roxan tenía las piernas atrapadas bajo la motocicleta.
El hunter emitió un gruñido, abriendo y cerrando las fauces, flexionándose para saltar, y de pronto apareció espuma en su boca y puso los ojos en blanco. Una serie de espasmos sacudió su cuerpo y se desplomó de costado a la moto.
Entonces vieron al jeep y a Alex sosteniendo un rifle personalizado.
-¡Venga, que esperan!
Shane ayudó a Roxan salir de la motocicleta y entraron al vehículo que rápidamente aceleró, perdiéndose en el follaje.
La mujer militar consultó su reloj y ya estaban sobre la hora. Inmediatamente escucharon los aviones caza surcar el cielo sobre ellos. Alex aceleró aún más y las explosiones se hicieron sentir casi sobre ellos, pero lo habían logrado.
…
…
…
Ya había amanecido y se encontraban en la ruta once, lejos de lo que ahora era un Arkansas lleno de fuego. Roxan intentaba hacer contacto con la radio de su unidad con algún helicoptero mientras que Shane observaba como Alex se ocupaba de Baby.
-Perdió el pulso. –dijo el enfermero aterrado, buscando en su mochila el revividor. –Atrás.
Frotó el aparato con sus dos paletas y las colocó en el pecho de Baby. Una descarga eléctrica movió el cuerpo de Baby. Aún no respiraba.
-¡Atrás! –dijo Alex y volvió a intentarlo. Nada pasaba. Shane se reincorporó y observó a Roxan. Ambos sabían lo que había pasado pero Alex quería no verlo.
-Alex… -dijo Roxan.
-No, no, no. ¡ATRÁS! –y volvió a descargar.
-Alex dejalo ya. –Shane le puso una mano en el hombro. –Será mejor que me encargue yo.
Alex comenzó a llorar mientras seguía intentando inútilmente. Dejó el revividor a un costado y comenzó a golpear el pecho de Baby con su puño. Daba respiración boca a boca y comenzó a realizarle RCP.
Shane se mordió el labio inferior y se apartó. Sería mejor dejarlo solo.
-No, no… -Alex sollozaba en silencio. Una lágrima resbalo desde su mentón hacía la mejilla de la mujer. Entonces, repentinamente, abrió los ojos.
-¿Alex…? –dijo Baby con voz apagada.
Shane y Roxan voltearon a verlos.
-¡Baby! –gritó el enfermero y se abrazaron.
De lejos un helicóptero de las fuerzas armadas sobrevolaba la zona para interceptarlos.
…
…
…
Se encontraban en un barco gigante de las fuerzas especiales de la BSAA. Habían sido interrogados constantemente por el mismisimo Chris Redfield y Jill Valentine. Los hechos eran confusos pero rápidamente los ex STARS sintieron que eran piezas claves para operaciones futuras. Sin entrenamiento previo contra los BOWS habían logrado salir vivos de una ciudad infestada de esas cosas.
Alex recorría la cubierta superior. En el horizonte estaba por atardecer dentro de unos minutos. Roxan paso por su lado y se detuvo para mirarle.
-Oye… -comenzó la mujer. –Ha sido un viaje largo y muy extraño, ¿verdad?
-Ya lo creo. –dijo Alex asintiendo. Aún tenía cicatrices en la cara y estaba sucio. No se había dado un baño todavía. Miró a Roxan y le sonrió. –Deberías hacer de heroína mas veces. Te pega.
-Mmm… na.
Ambos rieron por unos instantes. Roxan le miró y le tocó el hombro. –Dime una cosa Alex. ¿Te gusta Baby?
-Errr… yo… creo que…
-Quiero que te hagas un favor. Díselo. –dijo y se fue.
Al cabo de unos instantes Shane traía de su brazo a Baby que caminaba lentamente. Ambos sonreían. Se veían cansados, como todos.
-Vaya. –comenzó Alex. –La que se supone que debe guardar reposo.
-Es una paciente horrible. –dijo Shane. –Tozuda como una mula.
-Yo no soy tozuda, sólo soy inquieta. –exclamó Baby con una sonrisa. Se separó de Shane y se puso de lado a Alex.
Alex le ofreció el brazo y Baby paso su mano por él.
-¿Por donde se fue Roxan? –preguntó Shane.
Alex señaló hacía proa y Shane los saludó con el brazo.
Baby y Alex caminaron hacia la barandilla del barco. El sol estaba en sus caras y las olas rompían en el casquillo del barco. Vieron varios delfines saltar en piruetas.
-Bueno… ¿y ahora a donde vamos, eh? –quiso saber Baby, abrazando el brazo de Alex.
-No lo sé. –dijo Alex dándose vuelta para mirarla de frente. Y rápidamente le dio un beso apasionado mientras la abrazaba por la cintura. Comenzaron a reír. –Todavía no me he puesto a pensarlo.
-A decir verdad, yo tampoco. –dijo Baby.
-Bien. –sonrió Alex mientras le daba otro beso. Sus labios estaban húmedos, sabrosos.
-Oye, de una escala del 1 al 10. ¿Cuánto miedo tenías de que yo muriese? –preguntó Baby sonrojándose.
-Cuatro. –contestó naturalmente el enfermero.
-¿Cuatro? –repitió la mujer bombero, separándose levemente.
-Sí. ¿Por qué? Cuatro.
-¿Un cuatro?
-Sí. –dijo nuevamente Alex.
-Debería ser un ocho.
-¿Un ocho? ¡Qué dices!
-¡Era un ocho! –gritó Baby.
-¿Un ocho? ¡Los hunters sí que eran un ocho!
-¿Me estas tomando el pelo? –preguntó Baby irritada.
-Me daban mucho miedo.
-¿Y qué es un diez? –quiso saber Baby ahora cruzada de brazos.
-Los payasos.
Baby se separó aún más. -¿Los… los payasos más que mi muerte?
-Es que… odio a los payasos.
-¿Payasos?
-Odio a los payasos.
-Esto es increíble. –dijo Baby, acercándose. –Si creías que había muerto.
-No oh.
-Si pensabas que había muerto.
-No. –dijo Alex, pasándole el brazo por los hombros y atrayéndola a su cuerpo.
-Claro que sí.
-No estabas tan mal.
-Te vi soltar muchas lágrimas. Estabas llorando.
-¿Lagrimas? Estaba lloviendo.
-Nada de eso.
-Estabas inconsciente y estaba lloviendo.
-Hacía un sol de justicia y tú llorabas.
-No hacía sol y estabas inconsciente.
-Lo que tú digas; guardé tus lágrimas en un frasco, tengo pruebas. –y nuevamente se dieron otro beso, mucho más apasionado, contra la barandilla del barco.