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Leon S. Kennedy y el presidente de los Estados Unidos Adam Benford eran más que buenos amigos, eran compañeros luchando por la misma causa. Años atrás, Benford, que en aquel momento ocupaba un alto cargo del gobierno, seleccionó a Leon y lo ascendió a su posición actual. El objetivo principal de ambos era erradicar el bioterrorismo que surgió tras el incidente de Raccoon City en 1998. Adam era conocido como uno de los pocos políticos honestos y con integridad, y por ello Leon depositó su confianza en él a pesar de que nunca se había enfrentado directamente a los monstruos del bioterrorismo.

Así, durante un decenio, lucharon para alcanzar la misma meta: exterminar el bioterrorismo. Y con ello el vínculo que les unía se hizo más fuerte. Pero por desgracia, su amistad terminó súbitamente al estallar un brote infeccioso que evocó la tragedia de Raccoon City y que forzó a Leon a disparar y matar al presidente Benford.