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Memorias de Patrick 3

He estado al servicio del Sr. Spencer durante la mayor parte de mi vida adulta. Sin embargo, recientemente, sus actos carecen del más absoluto sentido. Sin ir más lejos, ha tomado toda precaución posible para que nadie del mundo exterior pudiera descubrir su paradero. ¿Por qué razón? Lo desconozco.

Y así, un día, de repente, me pide que encuentre a cierto hombre y le haga conocer su paradero. Desconozco el porqué iba a llegar a tales extremos solo para establecer contacto con un hombre, pero quizá realmente deseara averiguar si alguien era aún capaz de encontrarle.

El hombre en cuestión era el Sr. Albert Wesker, un nombre que no había oído en mucho tiempo. Solo coincidí con él una vez, y de eso ya hace diez años. Me duele admitir que he olvidado su rostro, porque uno de los deberes de un mayordomo jefe es el recordar a la gente. El motivo, creo yo, se debe a sus ojos, fríos y calculadores, que eclipsaban completamente los rasgos de su persona.

En todo caso, ya tengo planeado como poner en las manos del Sr. Wesker toda la información necesaria sin que se percate de las auténticas intenciones del Sr. Spencer.

Conozco a cierto individuo sin escrúpulos que, por su debido precio, podría poner la información en la calle. Es esa clase de tipo que no pone reparos a la hora de hacer negocios.

Lo que hace perfecto es el hecho de que trabaja para cierta espía que acostumbra a tener tratos con Wesker.

Pagué a ese hombre (no recuerdo si su nombre era Roberto o Ricardo) más de lo que merecía y le di la información mínima necesaria para hacer realidad los deseos del Sr. Spencer.

Había cumplido debidamente con las indicaciones del Sr. Spencer al pie de la letra. Y fue en ese momento que la situación dio un vuelco inesperado.

El señor decidió prescindir de mis servicios, aunque desconozco porqué. Le pedí una razón, algo que jamás había hecho, pero solo obtuve el silencio como respuesta.

Ahora no sé qué hacer. Una sensación de pérdida llena mi alma. Todo lo que conocía se ha desvanecido. Una vida entera dedicada a servir en la mansión Spencer, un libro que alguien ha cerrado de golpe sin motivo aparente.

Los únicos que permanecerán serán los guardias de seguridad y esos pobres diablos en el sótano.

Dudo que esos guardias sean capaces de satisfacer las necesidades del Sr. Spencer.

¿Podría ser que planee morir? ¡No! Él no es ese tipo de hombre. Él nunca dejaría las cosas a medias.

El Sr. Spencer debe estar maquinando algo, algo fuera del alcance de mi comprensión.

En cualquier caso, solo puedo obedecer sus deseos e irme. Mi lealtad será siempre absoluta, aunque eso me parta el corazón.

(Hay otro archivo aquí. Parece una lista de sujetos de un estudio.)

Sujetos de Estudio

001: Hans
002: Felicia
003: Marco
004: Jonah
005: Irma
006: Ken
007: Laura
008: William
009: Hiro
010: Derek
011: Miles
012: Alex
013: Albert

El número de candidatos se ha limitado a los 13 individuos listados con anterioridad.
Localización:
En el despacho de Spencer. Hay que atravesar la puerta oeste de la planta baja, cruzar el pasillo y usar la ganzúa en la primera puerta. Se puede leer en el PC que hay al fondo, después de introducir las tres contraseñas.